Autismo Dificultades en la Comunicación
¿Por qué los Niños con Autismo tienen Problemas para Hablar?
¿Por qué no habla un niño autista?
Las personas con autismo a menudo se caracterizan por déficits en la comunicación, discapacidad intelectual o retaso en el desarrollo de lenguaje, lo que hace que tengan dificultades para comprender y utilizar el lenguaje en un contexto social.
Encontramos otros motivos por los cuales las personas con autismo pueden presentar dificultad para hablar y comunicarse:
Problemas de conducta.
Falta de habilidades atencionales.
Falta de control instruccional.
Llegada del reforzador demorado.
Variables ambientales.
A lo largo de este artículo explicaremos detalladamente las posibles variables que pueden afectar al lenguaje y a la comunicación en autismo, además, daremos algunas estrategias efectivas para fomentar la comunicación.
¿Cómo afecta el autismo en la comunicación?
El lenguaje y la comunicación en autismo son unas de las áreas más afectadas. En edades tempranas presentan dificultades para comunicarse y emitir las primeras palabras. Entre un 20% y 30% de los niños con Trastorno del Espectro Autista no desarrollan el lenguaje. Otras personas lo desarrollan más tarde gracias a una intervención adecuada y algunos de ellos se comunican a través de otros sistemas alternativos o aumentativos del lenguaje como pictogramas o lenguaje de signos.
El lenguaje no verbal también está afectado en autismo. Puede variar significativamente de una persona a otra, pero generalmente se caracteriza;
Falta de contacto visual. A menudo tienen dificultades para mantener el contacto visual con lo demás. Pueden evitar el contacto visual o si lo tienen es limitado.
Expresión facial escasa o atípica.
Gestos inusuales.
Dificultad para comprender gestos y emocionales faciales.
Muchas personas con autismo tienen movimientos estereotipados y repetitivos.
Recomendamos la lectura del E-book, ¿Cómo enseñar a hablar a niños con autismo?, es una guía práctica para la enseñanza del lenguaje y la comunicación en autismo.
Tabla de contenidos
Falta de habilidades atencionales
Falta de control instruccional
Características del lenguaje en autismo
La falta de motivación es uno de los motivos más comunes del porqué los niños con TEA no se comunican o hablan. Cuando observamos que un niño con autismo no aprende, lo primero que hacemos es evaluar es el sistema de motivación. ¿Está el niño suficientemente motivado?, ¿Sabemos si esos reforzadores le motivan y ¿Estamos reforzando suficientemente las respuestas para que la persona aprenda?.
Evaluar el sistema de motivación cuando un niño con TEA no está aprendiendo, siguiendo estas pautas:
Evaluar la velocidad de aprendizaje. ¿Cómo de rápido aprende?, ¿Tiene dificultad para aprender cosas nuevas? o ¿Tarda mucho en aprender?.
Aseguraros de tener reforzadores con valor reforzante, como juguetes, juegos, actividades, alimentos, etc. Si es necesario hacer una evaluación de reforzadores, para ello le presentáis varios juguetes, objetos o alimentos, encima de una mesa y que el alumno escoja el que quiere. Se aconseja poner de tres en tres. Podéis apuntar el tiempo que pasa con ellos y cuál de ellos le gusta más o menos.
Valorar que estos reforzadores le estén funcionando en el momento que los utilices. Puede ser que al niño le encante el reforzador, pero si ha estado jugando por la mañana con él, ahora se ha saciado y el reforzador no va a tener la misma efectividad.
Debemos dar el reforzador inmediatamente después de la respuesta correcta. Uno de los motivos por la que muchos terapeutas o padres tienen dificultad para crear una contingencia entre una respuesta y la llegada del reforzador, es porque no dan las consecuencias adecuadas a tiempo (entrega de reforzadores) ante la conducta emitida por el alumno. ¿Qué ocurre si hay demora?
El alumno tendrá dificultad para asociar la conducta con la consecuencia positiva. Para que el aprendizaje sea efectivo, el refuerzo tiene que venir después de la conducta deseada.
Disminuye la motivación. El refuerzo inmediato es más efectivo para mantener y fortalecer una conducta.
La conducta se extinga. Si una persona no recibe refuerzo tras emitir una conducta de manera consistente o hay demoras, hay un riesgo de que la conducta se extinga.
Frustración y confusión.
Crear operaciones motivadoras (OM), este concepto es fundamental en la teoría del análisis aplicado de la conducta (ABA), fueron desarrolladas por el psicólogo B.F. Skinner. Estas alteran el valor del reforzador, dando más efectividad e intensidad al reforzador en momentos concretos.
En otras palabras, estar privado de algo, es una OM, por ejemplo, no tener los animales de juguete favoritos durante todo el día es una privación de un reforzador, esta privación hace que altere y aumente su valor por el juguete.
Veamos otro ejemplo, estás tomando el sol y llevas unas horas sin beber agua, el valor reforzador, de beber agua incrementa. Sin embargo, si acabas de beber agua, el valor de reforzador disminuye mucho. Lo mismo ocurre con los demás reforzadores.
Las rabietas o los problemas de conducta en niños con autismo, pueden tener un impacto significativo en el aprendizaje del lenguaje.
Debemos usar procedimientos para la reducción o eliminación de estas conductas disruptivas y programas alternativos para enseñar nuevas habilidades. Estos son los procedimientos para modificar problemas de conducta:
Refuerzo diferencial: Es un concepto fundamental en psicología del aprendizaje, particularmente en el campo del análisis del comportamiento. Es una estrategia de modificación de la conducta con el uso del refuerzo para aumentar o disminuir la frecuencia de la conducta. Como objetivo tiene fortalecer o debilitar conductas específicas a través de la aplicación de la consecuencia.
Refuerzo diferencial sobre conductas que queremos enseñar. Se refuerza una conducta específica, aumentando la probabilidad de que esa conducta ocurra en el futuro con más frecuencia. Por ejemplo, si el alumno termina la tarea a tiempo como refuerzo, puede jugar más rato en el patio.
Refuerzo diferencial de conductas incompatibles con la conducta problema. Reforzamos una conducta que es incompatible o imposible de realizar al mismo tiempo que la conducta problema. Por ejemplo: Una niña se chupa el dedo constantemente, conducta incompatible, sujetar una pelota, daremos refuerzo diferencial por no chupar dedo.
Refuerzo diferencial de conductas alternativas a la conducta inadecuada. Por ejemplo: Un niño grita para llamar a otras personas cuando necesita ayuda. Le enseñamos a decir “ayuda” como una forma más apropiada de comunicarse.
Refuerzo diferencial de otras conductas adecuadas. Por ejemplo: Se refuerzan conductas de compartir en vez de enfocarse en reducir la conducta de pegar a otros niños.
Reforzamiento diferencial de tasas bajas. Reforzar una conducta cuando ocurre a una tasa menor o más baja que antes. Por ejemplo: Un alumno que tenía muchas rabietas al día y ahora solo tiene un par de ellas al día, se reforzaría esta reducción en la frecuencia de las rabietas.
Reforzamiento diferencial de tasas bajas. A diferencia de las tasas bajas, en este procedimiento reforzaremos una conducta que ocurre a una tasa más alta o aumente la frecuencia. Por ejemplo: Un adolescente estudiaba 30 minutos al día y ahora estudia 1 hora y media al día, recibirá refuerzo por aumentar el tiempo de estudio.
Refuerzo diferencial de conductas decrecientes. El objetivo es disminuir la frecuencia o intensidad de una conducta problemática. Por ejemplo: Una persona que se muerde las uñas constantemente, se aplicara refuerzo diferencial recompensando cuando pasas periodos más largos sin morder las uñas.
Refuerzo no contingente. En este caso, el refuerzo no se da, ni tiene relación con una conducta específica. Por ejemplo: Una madre elogia a su hija de manera regular sin que haya ocurrido ninguna conducta específica.
Extinción: Consiste en interrumpir el reforzamiento de una conducta previamente reforzada. Reducir o eliminar gradualmente la frecuencia de una conducta al hacer que esta deje de producir resultados positivos en la persona.
Cuando se elimina la consecuencia o el refuerzo que seguía a la conducta problema, se espera que la conducta disminuya con el tiempo. Por ejemplo, un niño está lanzando juguetes para llamar la atención del adulto, el procedimiento sería que el adulto ignore la conducta de tirar objetos y no dar la atención que el niño busca. Gradualmente, la persona dejará de realizar la conducta.
El castigo: Es una estrategia para modificar del comportamiento, que se utiliza para disminuir una conducta. Consiste en la aparición de una consecuencia aversiva o la eliminación de una recompensa con el fin de reducir la conducta no deseada. Algunos ejemplos de castigo:
Tiempo fuera: Cuando una persona está teniendo un mal comportamiento, se puede implementar el tiempo fuera como castigo, esto implica retirar al niño del entorno de reforzamiento positivo (sala de juegos), durante un tiempo determinado. El objetivo es que asocie el mal comportamiento con la retirada del refuerzo.
Coste de respuesta: En este procedimiento se requiere que la persona realice una tarea adicional o no agradable para él, como consecuencia de un mal comportamiento. Ejemplo, un niño no ha terminado las tareas, como consecuencia se quedará después de las clases haciendo las tareas, se aplica un tiempo adicional.
Otro de los motivos por los que los niños con TEA tienen dificultades para el desarrollo del habla o la comunicación, es la falta de habilidades atencionales. Las habilidades de atención juegan un papel fundamental en el aprendizaje del lenguaje y de la comunicación en personas con autismo.
Estas dificultades pueden afectar a la comunicación en diversas maneras: No mantener la atención, déficits de la atención conjunta o compartida, déficits en el procesamiento sensorial, en la atención selectiva y otros tipos de atención.
Hay personas con autismo que atienden más a algunos estímulos que a otros. Normalmente, les llama la atención estímulos que han sido reforzados previamente o que son reforzadores para ellos.
Antes de comenzar a enseñar habilidades más complejas como el lenguaje, trabajaremos habilidades de atención como:
Contacto ocular. Cuando presentamos una tarea o una instrucción, el alumno tiene que mirarnos a los ojos para estar preparado para realizar la tarea.
Contacto ocular a los materiales de instrucción. En la presentación de una tarea, el alumno tiene que saber mirar al material y hacer un recorrido mirando todos los estímulos de la mesa.
Escuchar y seguir instrucciones verbales. Debemos descartar que el alumno no tenga ningún problema auditivo. Esta habilidad consiste en el seguimiento de instrucciones como, coge el libro, dame la goma, siéntate, mírame…
Estar sentado en por un tiempo prologado. Esta habilidad es muy importante enseñarla en edades tempranas. Os vais a encontrar muchas situaciones en las que tenga que estar sentado o esperar sentado en salas de espera, en clase, la asamblea o en consultas del médico.
Saber permanecer en silencio. Desde el comienzo de la intervención, enseñaremos el silencio a niños con TEA. Estar en silencio es imprescindible para poder escuchar y prestar atención a los demás.
Sería necesario hacer un análisis de las habilidades previas que tiene el alumno para ver el punto de partida de enseñanza. El análisis de habilidades se realiza al comienzo de la intervención. La herramienta de evaluación que utilizamos en Tu Conducta, es ABLLS-R (Evaluación de Habilidades de Lenguaje y Aprendizaje Básicos). Una vez evaluado las habilidades del alumno, estas serían el punto de partida para enseñar nuevas habilidades.
Factores que pueden afectar a la atención en autismo
Los siguientes factores pueden afectar a la atención en personas con trastorno del espectro autista y otros trastornos del neurodesarrollo.
Saliencia del estímulo:
La saliencia del estímulo, es un factor que afecta a la atención en personas con autismo. Este término quiere decir que hay estímulos que son más salientes que otros. Depende de las capacidades sensoriales de la persona, su historial de reforzamiento y la situación ambiental en la que se encuentre. Por ejemplo: En una sala de conferencias hay un proyector, el profesor usa una diapositiva con un fondo de color rojo brillante y el texto en negrita y amarillo. El texto es la saliencia del estímulo, atrae la atención del público de manera efectiva.
Enmascaramiento:
Uno de los problemas comunes en niños TEA es el enmascaramiento. Un estímulo competidor bloquea el control de estímulo sobre una conducta. Por ejemplo: La terapeuta está trabajando en casa con el alumno, en presencia de la madre, le dice que coja un muñeco, pero no lo hace. La presencia de otras personas, hacen que enmascaren el control de estímulos.
Ensombrecimiento:
El ensombrecimiento es un factor que afecta a la atención. Hay un estímulo que interfiere con la adquisición de control sobre otro estímulo. Por ejemplo: terapeuta le dice al niño “siéntate”, en ese momento hay niños haciendo ruido en la calle, y hace que el niño tenga dificultades de escuchar las instrucciones.
No haya control de estímulo. La falta de control de estímulo, quiere decir que una persona está en una situación en la que no responde consistente a un estímulo específico o lo hace de forma impredecible. El control de estímulo es fundamental en el aprendizaje y en la modificación de la conducta. Por ejemplo: Quieres enseñar que tu perro aprenda la palabra “siéntate” mientras le señalas que se siente en el suelo.
Ed (Estimulo discriminativo): La palabra “siéntate”, mientras le señalas al suelo.
Respuesta esperada: Que se siente al oír la palabra “siéntate” más la señal de tu mano.
Consecuencia: El perro se sienta y recibe recompensa. Esta recompensa refuerza la asociación entre el Ed (siéntate + señal) y la respuesta deseada (sentarse).
Si no hay control del estímulo, el perro podría no responder, tener confusión, hacer otro tipo de respuesta o frustrarse.
La falta de control instruccional es una causa muy común. Tener falta de control instruccional quiere decir, que el terapeuta o instructor no tiene control sobre las acciones de la otra persona, es decir, el alumno no le va a responder cuando el terapeuta o adulto le demande una tarea o instrucción.
Este es un concepto fundamental en terapia ABA, se utiliza para describir la capacidad del terapeuta para guiar el comportamiento de un alumno mediante el uso de instrucciones claras y efectivas. Por ejemplo: María ven (María viene el 80% de las veces), el adulto tiene control instruccional. Si no viene o solo va cuando María quiere, esto significa que no hay control.
Al principio de la intervención, lo primero que vamos a hacer hincapié, es emparejarte positivamente con el alumno, es decir, el terapeuta actuará como reforzador o como mediador para que el niño obtenga reforzadores.
Una vez que ya te hayas emparejado bien, comenzaríamos con el control instruccional y cooperación, estas son instrucciones sencillas, ejemplo, ven aquí, dame el juguete, siéntate, toca la pared, etc.
Las primeras instrucciones para trabajar con niños TEA deben ser:
Específicas y describir la conducta que se espera del alumno.
A un nivel de compresión del alumno. Siempre nos adaptamos al nivel de la persona.
Debemos dar oportunidades de ensayar en diferentes situaciones.
Dar feedback después de cada instrucción.
El reforzamiento demorado es otro motivo, el porqué los niños con TEA no tengan intención comunicativa. El reforzamiento demorado quiere decir que el reforzador no se entrega, a continuación de que la persona emita la conducta.
El refuerzo demorado ocurre mucha frecuencia en el colegio, en casa o en otras situaciones.
Cuanto más demora haya entre el reforzador y la respuesta del niño, y la consecuencia (el reforzador), menor será el efecto reforzante de la consecuencia, y este se debilitará.
Ejemplo: Le digo al niño que se siente, y le entrego el reforzador a los 10 minutos. En este ejemplo no estaré reforzando que se siente, probablemente esté reforzando otra conducta. El tiempo sería demasiado largo, como para ejercer control sobre la conducta del niño. No estaríamos reforzando que se siente, si no, reforzaríamos lo que ocurre durante esos 10 minutos, que puede ser ecolalias, estereotipias, problemas de conducta…
Para que la intervención en terapia ABA tenga éxito, reforzaremos las conductas unos segundos después de que ocurran. Si hubiésemos reforzado justo después de la emisión de la conducta, sentarse, estaríamos reforzando la conducta de sentarse, por tanto, incrementaría la probabilidad de que en un futuro el niño se siente cuando se lo pidas.
La inmediatez del reforzador, quiere decir, el tiempo que transcurre entre que el niño emite una conducta y la aparición de la consecuencia, el reforzador.
En metodología ABA hablamos de que tiene que haber una contingencia. Como hemos visto anteriormente, “Si una respuesta va seguida siempre de forma inmediata por una misma consecuencia (reforzador), la probabilidad será muy alta de que la consecuencia refuerce la respuesta”.
En la terapia ABA damos mucha importancia a las variables ambientales, ya que nos aportan información sobre el porqué se da o se mantiene una conducta. Las variables ambientales son la relación entre los antecedentes, las consecuencias, y la conducta.
Antecedentes: Es lo que ocurre antes de que se dé la conducta. Pueden ser, instrucciones, gestos, miradas, estímulos visuales, un olor, una textura, etc.
Consecuencia: Ocurre después de la conducta. Ejemplos de consecuencias, pueden ser, que otra persona le corrija, situaciones dónde el alumno quiere que una situación no agradable acabe, obtener atención o algo de otra persona…
Debemos analizar estas variables ambientales para ver porque está interfiriendo en el aprendizaje de la comunicación y del habla.
Las conductas no ocurren solas o sin ninguna relación con las situaciones que rodean a la persona. Es decir, las conductas no son azarosas, las conductas pueden tener múltiples causas y diferentes factores ambientales que las mantienen. Nuestro objetivo es identificar las relaciones funcionales entre la conducta y las variables del ambiente (antecedentes y consecuencias).
En metodología ABA, mediante la observación de estas relaciones ambientales, los antecedentes y las consecuencias, se podrán generar hipótesis que están controlando la conducta, las cuales nos servirán para poder diseñar programas de intervención, este modelo de evaluación se llama Análisis funcional. En el Análisis Aplicado de la Conducta, la evaluación funcional, nos aporta información sobre la función que está manteniendo la conducta.
Por ejemplo: Cada vez que suena hay un ruido alto, Mateo grita y se tapa los oídos. El antecedente que detona la conducta de gritar es el ruido alto, para ello vamos a trabajar una desensibilización sensorial de los ruidos. Por otro lado, podemos enseñarle un mando verbal en vez de gritar, como: “baja la música” o “me molesta”,
No solo es eliminar conductas problemáticas, también se trata de enseñar nuevas habilidades funcionales en las que pueda expresarse cuando no le gusta algo o que le permita el acceso a reforzadores de forma inmediata a largo plazo y sin problemas de conducta.
Las funciones de los problemas de conducta más frecuentes
¿Por qué los niños con autismo tienen problemas de conducta?. Como hemos recalcado antes todos los problemas de conducta tienen una función, estas no son azarosos. En momentos en los que una persona tienen problemas de conducta, estas interfieren en el aprendizaje del lenguaje y comunicación.
Es imprescindible reconocer porque están mantenidas los problemas de conducta para así reducir las rabietas, reducir el nivel de ansiedad, de agresiones y poner bajo control estas conductas para poder enseñar nuevas habilidades.
El motivo por el cual las personas con autismo suelen presentar problemas de conducta están mantenidos por uno o varias de estas cinco funciones.
Problemas de conducta mantenidos por Atención.
Problemas de conducta mantenidos por Escape.
Problemas de conducta mantenidos por Evitación.
Problemas de conducta mantenidos por Tangible.
Problemas de conducta mantenidos por Estimulación sensorial.
Leer más sobre ¿Cómo identificar problemas de conducta?
Las personas con autismo que desarrollan el lenguaje verbal pueden presentar estas características:
Lenguaje repetitivo o ecolalias.
Escasas habilidades gestuales.
Alterada la prosodia. La prosodia es la entonación, el ritmo, la velocidad y la modulación de la voz al hablar. La prosodia puede variar de una persona a otra, en función del nivel de funcionamiento de la persona y su desarrollo lingüístico.
Discurso restringido. Discurso monótono y repetitivo.
Pragmática afectada. Dificultades en el uso y la comprensión de las reglas sociales que rigen la comunicación verbal y no verbal en contextos sociales. Esta va más allá de las palabras y se enfoca a cómo se utilizan las palabras, las expresiones faciales, gestos, tonos de voz y otros aspectos no verbales para comunicar intenciones, interpretar las intenciones de los demás.
Estas estrategias son muy útiles para aplicar en niños con TEA antes de la intervención en comunicación y habla.
Uso de refuerzo continuo en las etapas iniciales de adquisición de nuevas conductas.
Entrega del reforzador después de la conducta objetivo.
Aumentar la demora del reforzador entre las respuestas y el reforzamiento. Una vez ya sea capaz de hacer la habilidad, aumentamos el tiempo. Por ejemplo, cada dos respuestas correctas te doy la plastilina.
Explicar contingentemente justo cuando el alumno da una respuesta correcta del porque recibe el reforzador. Por ejemplo, le digo a Pablo que venga, Pablo viene y le diré “Que bien que has venido”.
Dar instrucciones específicas y describir la conducta a esperar por el alumno.
Crear operaciones motivadoras. El alumno debe estar siempre motivado.
Trabajar habilidades pre-atencionales y pre-rrequisitas.
Registro de posibles conductas disruptivas y anticiparse a ellas.
Uso de programas de reforzamiento para moldear problemas de conducta.
Implicar a las personas significativas para el alumno siempre que sea posible.
Hesse, B. E. (1993). The establishing operations revisited. The Behavior Analyst, 16, 215-217.
Operaciones Motivadoras, guía al capítulo 16 de Cooper Heron y Heward.
El reforzamiento- Capítulo 4. Miltenberger. (2003).
Lerman, D. C., Iwata, B. A., Shore, B. A., & Kahng, S. (1996). Responding maintained by intermittent reinforcement: Implications for the use of extinction with problem behaviour in clinical settings.